Rafael Méndez Arceo

Jiquilpan


[26 de marzo de 1906, Jiquilpan Michoacán | 15 de septiembre de 1981, Los Ángeles] 


Un personaje absolutamente fantástico, calificado por los expertos como uno de los más grandes trompetistas del mundo.

Maximino Méndez Gutiérrez e Irene Arceo Gálvez fueron sus padres. Maximino era músico, maestro de violín y director de una pequeña orquesta que él mismo dirigía, y en la que participaban varios de sus hijos. En 1911 incorporó al pequeño Rafael, con apenas cinco años, a la orquesta. La tuba y el trombón eran más grandes que él, así que le fue asignada la trompeta. Así opera el destino.

En 1916, con un Rafael de 10 años, Pancho Villa contrata a la orquesta de Maximino como su orquesta personal, y se la llevó con él, siguiéndolo a donde iba para que le tocara por las noches, para relajarse de las balas.

El propio centauro del norte fue el primero en señalar las extraordinarias capacidades del infante, pero no alcanzó a saber que le estaba destinada una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Villa observó que Rafa tocaba con unos harapos de trompeta, y le mandó traer la mejor trompeta que había en la capital. Un obsequio prodigioso. Su destino estaba trazado.

Luego fue músico de circo. Se metió al ejército. Se fue, como tantos, a los Estados Unidos, a trabajar en una mina, y luego en la fábrica de Buick. Pasa mil avatares inverosímiles, con el hambre pisándole los talones.

En 1938 se muda a Los Ángeles, y consigue trabajo en la Mutual Broadcasting System Orchestra. Un año más tarde, firma su primer contrato con la Metro Goldwyn Mayer Studios Inc.

En 1940 firma un contrato con Peleayz Records. En 1945, con Decca Records.

Pensaba que la trompeta podía tocar las mismas cosas virtuosísticas que un violín, y lo demostró con la primera versión de los Caprichos de Paganini en trompeta. Colocó al instrumento en otro nivel de posibilidades.

En resumen, Rafael Méndez es una de las grandes leyendas de la música del siglo xx. Tocaba un día como solista de una orquesta sinfónica. A los dos días interpretaba una sesión de jazz. Al tercer día, una serenata multitudinaria con su mariachi.


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