[29 de septiembre de 1869, Morelia Michoacán | 25 de mayo de 1941, Ciudad de México]
Miguel Lerdo de Tejada
Don Miguel ha padecido el infortunio de que su nombre hace pensar en los hermanos Miguel y Sebastián, afamados liberales de la época de las guerras de Reforma. De modo que cuando se dice Miguel Lerdo de Tejada uno piensa en ellos, y no en nuestro maravilloso compositor moreliano, autor de Perjura, legendaria canción para amantes descorazonados. Aunque también hay que decir que aquellos notables personajes de la política eran sus tíos.
Corregida la confusión, habrá que empezar por señalar que Lerdo de Tejada es el mayor compositor en esa transición que va del porfiriato al nacionalismo, un compositor que aprendió de las orquestas vienesas que importó Maximiliano, y que nacionalizó en la forma de orquesta típica. Pertenece a la generación que se apropió de los valses vieneses para darles un mexicanismo inconfundible y melancólico.
Aunque su idea de la mexicanidad es distinta a la de los nacionalismos formales modernistas. Su modernidad es la de la radio, la de la transición de la canción decimonónica a la canción ranchera.
Con su Orquesta Típica, que aún hoy sigue vigente, dio soporte a esa generación de vanguardia de los treinta, con personajes como Agustín Lara y Lucha Reyes. De hecho, la orquestación de La Tequilera, si le escucha bien, lleva arpas y salterios en lugar de trompetas. Su orquesta es también un antecedente del mariachi, el cual adopta muchos de sus hallazgos. Pero es este un proceso que no se ha investigado suficientemente.
Walter Aaron Clark, en su libro From Tejano to Tango, sostiene que Lerdo de Tejada es un autor de música clásica ligera. Sería mejor comprender el proceso como una fusión de la música tradicional mexicana con otras influencias exteriores, entre ellas, claro, las clásicas provenientes sobre todo del mundo vienés decimonónico.
Leslie Bethell, por su parte, en The Cambridge History of Latin America, lo reconoce como el primer compositor popular de México.
Y, como dicen, para muestra un botón. Basta escuchar para calibrar su dimensión la célebre canción Perjura, surgida de un sonado amorío moreliano.
